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viernes, 12 de agosto de 2011

Quien lo ve y quien lo vio. Empiezo por el pasado.

Por Tania Tinoco

Teníamos un amigo en común, Arturo Tello. Para su primera entrevista él lo llevó al Cerro del Carmen donde quedan las instalaciones de Ecuavisa. Apenas iniciaba su primera campaña electoral.
Llegó sudando a chorros con un saco arrugado en el brazo. Portaba un sencillo portafolios de cuero negro. Pautamos una entrevista y otra vez Arturo lo acompañó con otro colega, Juan Carlos Toledo.
Esa primera entrevista en Telemundo tuvo un notable rating y mis compañeros de detrás de las cámaras estuvieron encantados. Vimos a un hombre con enorme capacidad de expresión, que hablaba de grandes ideales y decidido a luchar por cambiar el pais. Se fue agradecido por el espacio que se le daba a un candidato que entonces no era, para nada, el favorito.

Los espacios se replicarían en los medios independientes, en aquellos que hacían realidad la libre expresión.
Ya sintiéndose ganador agradeció la apertura de estos medios; agradeció de manera especial a Carlos Vera, al punto que muchos lo criticarían después, señalándolo como el responsable de su elección. Vera le había concedido todo el espacio posible para exponer sus promesas de campaña y hacerle frente a la enorme billetera del candidato Álvaro Noboa.
Tras su triunfo en las urnas lo acompañé a su primer viaje como Presidente electo a Rio de Janeiro. Me sentía esperanzada, optimista, ilusionada. Creía que los ecuatorianos habíamos elegido un Mandatario de altos quilates que podia calzar la talla de un estadista.
Solo que ese era el ciudadano Rafael Correa. No es el mismo que el Presidente Rafael Correa .
Este martes 19 de Julio, a través de la televisión lo veo llegar al Consejo de la Judicatura para la Audiencia de Juzgamiento a Emilio Palacio, los hernamos Pérez y El Universo. Se lo nota fresco, impecable aunque su sonrisa es forzada. Un edecán le lleva el maletìn y hay decenas de personas en el operativo que le da seguridad. Los militares estan firmes exhibiendo sus armas, como lo han hecho la noche previa en el mismo Palacio de Justicia: los policías están cerrando filas con escudos transparentes y chalecos amarillos. Unos 200 seguidores apostados en la entrada parecen aleccionados de gritar e insultar a todos los que no estan con el Presidente.
Permanece por seis horas en la audiencia, aunque no tiene necesariamente que estar allí. Sus abogados pueden representarlo, pero es evidente que él puede hacer esperar los asuntos de Estado. El Canciller lo acompaña, el Secretario de Comunicación, el Gobernador del Guayas.
Al termino de la audiencia, en la que ha dicho que no quiere influir en el Juez Paredes, da una rueda de prensa donde apenas hay tiempo para que los periodistas pregunten. Él da sus declaraciones y se va. Afuera las barras han hecho lo suyo. Han gritado e insultado a quienes consideran opositores; a los detractores, a los periodistas que no son de los medios oficiales. Le han lanzado heces secas al Asambleísta Galo Lara, le atinan con un huevo al pecho de Emilio Palacio. Para entonces pocos dudan que la sentencia sería condenatoria.
Esta claro quién ha sido el acusador. No un ciudadano, sino un Presidente. Y no un Presidente más, sino uno que tiene todos los poderes, que se ha estrenado en la acciòn que él mismo anunció: " Meter la mano en la Justicia".
Horas después ya está la sentencia. Sentencia express y a la medida de la demanda. No alcanzo a descifrar lo que siento cuando recibo un tweet que dice "Carlitos Mora se murió esperando 15 años justicia".
Me viene a la memoria el reclamo de tantos ecuatorianos que han visto salir de la cárcel a verdaderos delincuentes porque cumplieron un año sin sentencia y no puedo dejara de sospechar que el fallo solo fue firmado y notificado por el Juez Paredes.
No concibo la solidaridad a escondidas o en silencio. Y decido tomar prestada la frase de un gran directivo que ha sentenciado "La libertad de opinión ha muerto hoy en el Ecuador". Me siento de luto. La sociedad ya sabe y los periodistas entendemos que la quiebra y la cárcel es la sentencia cuando el acusador es el Presidente.

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