Opinión - Ni siquiera en Navidad
Viernes, 23 de diciembre de 2011
Por más que se nos diga que los ecuatorianos vivimos en el mejor de los mundos posibles, que los cambios son para el bien de todos, un nefasto y corrosivo sentimiento recorre nuestra sociedad. Ni siquiera en Navidad muchos compatriotas han dejado de lado la manifestación continua de un odio irracional que se manifiesta en injurias y ofende sin ningún miramiento. Sin duda es el odio más temible.
A ciertos personajes de nuestra vida política se les ve reflejar una demencial aversión hacia sus adversarios o hacia quienes ellos clasifican como tales. Un odio que nos sumerge desde hace ya mucho tiempo a la manera de la peor de las tiranías, en la infamia y la indignidad. Sus portadores, sin dudas, son un conjunto de mediocres que esquivan la responsabilidad por sus acciones.
Culminamos un año difícil en este sentido, porque al Poder solo le es suficiente la humillación y el escarnio públicos. Para sus detentadores hay una meta: que quienes no están con ellos, se les arrodillen ante un coliseo repleto y bajen la cabeza. La Historia está llena de tragicomedias semejantes. Incluso la historia ecuatoriana tiene casos que, al conocerlos, aunque sea en los libros, nos llenan de vergüenza.
¿Quiénes son los responsables de que en Ecuador hayamos caído en semejante abismo sin fondo? Continuarán con la puesta en escena de aptitudes y cualidades de las que carecen, seguirán fingiendo falsas virtudes y usando mentiras disfrazadas de verdades, carentes de la más elemental sustentación. Al final, todos pagaremos por sus imposturas.
La estadística es una ciencia que demuestra que, si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno.- George Bernard Shaw.
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