Opinión - Con esperanza
El mundo se hace hoy un recuento de lo que trajo el año que concluye. En ese balance de lo positivo y lo negativo, del debe y el haber, participan desde gobiernos, partidos políticos e instituciones de todo tipo, hasta las familias, por más encumbradas o humildes que sean. Nos recorre una mezcla de ilusiones y pesimismo, de dolor ante lo irreparable y de incertidumbre, de propósitos de enmienda y promesas de cambio.
Ecuador y los ecuatorianos no somos una excepción: dejamos atrás doce meses en los que pusimos mucho empeño en mejorar lo actuado en los doce meses anteriores. Éxitos y fracasos en una balanza, en la que los platillos se inclinan hacia un lado u otro. Algunos hicieron el compromiso de cultivar una manera diferente de hacer política y tender “una rama de olivo” al adversario. Tal vez fue el primero de los fracasos del período.
Otros se propusieron dejar atrás el cultivo del odio, pero todo quedó en “agua de borrajas”. Al odio se unió otro sentimiento igual de terrible y degradante: el de la venganza. La acción depredadora de la venganza se palpó en pésimas relaciones interinstitucionales, en juicios poco transparentes, en “perdones” que constituyen un insulto para los perdonados y para la decencia ciudadana.
Hemos ganado en algunos aspectos de lo material en 2011. De eso no cabe duda. Pero ,¿tenemos una sociedad moral y éticamente más sana? Difícil es la respuesta, como difícil es saber qué deparará este 2012 que pronto ocupará la escena. Sin embargo, aún albergamos un poco de esperanza de que por fin tengamos un Ecuador con todos y para el bien de todos.
La verdad no se puede exagerar. En la verdad no puede haber matices. En la semi verdad o en la mentira, muchos.- Pío Baroja.
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