Diferentes sectores han discutido sobre el manejo económico, sin que jamás quede claro “si los simples contadores” o los nuevos tratadistas tengan la razón. Sin embargo, las cifras son evidentes. El gasto público y la inversión se han disparado exponencialmente, sustentados en el precio del petróleo y la excelente recaudación tributaria que ha esquilmado a la clase media del país.
Esta gran recaudación nos coloca en el tercero o cuarto país que más impuestos paga en la región, pero cuando se escarba vemos que porcentualmente los grandes empresarios nada más pagan el 1.8% de los valores que facturan, cuando la media latinoamericana es el 3%. Solamente nueve grupos igualan esta cifra, es decir, somos geniales en cobrar impuestos a los medianos y a los pobres.
Es por esto que es inconcebible que se permita que se angustie más a la clase media ecuatoriana con el nuevo paquetazo tributario, aunque quieran disfrazarlo de verde. Corresponde a la Asamblea Nacional cambiar esta realidad, gravar a los grupos que no cumplen con sus obligaciones y subsidiariamente permitir que quienes transfieran al exterior valores inferiores a diez o cinco mil dólares no tributen.
También debe ver que solo con que en el Presupuesto se supriman los cientos de millones que gasta el Gobierno en su publicidad y en viajes faraónicos con comitivas de centenares de funcionarios, y no comprando más equipo bélico, sobrarían más de mil millones, o sea, el doble de lo que se aspira a recaudar con este paquetazo. Es de esperar que la Asamblea legisle para la clase media, que es el sustento de una economía saludable.
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