Contemplo su desnudez
y nada de su piel miente.
Deseo adorarla toda, tenerla,
hasta que tiemble su desnudez
y su mirada, incita a
las profundidades del deseo,
y palpo la dulzura del cielo
hasta que el llanto
es uno solo.
Y entro al paraíso de la vida
como amante y como hombre,
que ante el asombro de la belleza,
murmuro el alfabeto sagrado del amor.
Sobre el lecho cómplice,
al sonido de una melodía,
recorro jardines prohibidos,
fragancias de azucenas,
y cuando abre la flor matutina,
lloro, grito, poseo una ilusión hermosa:
el deseado momento del amor celestial.
Y la calma llega a los cuerpos,
aparecen las caricias tenues,
sólo los labios hablan
en un sinfín de besos generosos.
Hermosa es la verdad desnuda.
y nada de su piel miente.
Deseo adorarla toda, tenerla,
hasta que tiemble su desnudez
y su mirada, incita a
las profundidades del deseo,
y palpo la dulzura del cielo
hasta que el llanto
es uno solo.
Y entro al paraíso de la vida
como amante y como hombre,
que ante el asombro de la belleza,
murmuro el alfabeto sagrado del amor.
Sobre el lecho cómplice,
al sonido de una melodía,
recorro jardines prohibidos,
fragancias de azucenas,
y cuando abre la flor matutina,
lloro, grito, poseo una ilusión hermosa:
el deseado momento del amor celestial.
Y la calma llega a los cuerpos,
aparecen las caricias tenues,
sólo los labios hablan
en un sinfín de besos generosos.
Hermosa es la verdad desnuda.
GERMÁN ECHEVERRÍA AROS - Chile
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