Opinión - Reconciliación sin venganza - Sábado, 3 de Marzo de 2012
El coronel César Carrión, exdirector del Hospital de la Policía, entregó su arma de dotación y con este acto le obligaron a cerrar una carrera de 30 años en las filas policiales en las que observó una conducta intachable desde todo punto de vista. De no ser así, el correísmo nos lo hubiera recordado abusivamente en sus cadenas nacionales y sabatinas sobre los sucesos del 30 de septiembre de 2010.
A pesar de que fuera declarado inocente por la justicia ecuatoriana, el Consejo de Generales de la Policía lo separó definitivamente de sus filas, se dice que por indisciplina. Carrión sufrió, además de un verdadero “fusilamiento mediático” a manos del aparato propagandístico del Régimen, siete meses de cárcel en las peores condiciones, así como vejámenes de todo tipo.
“Por decir la verdad mancillaron mi honor”, decía un comunicado que portaba el Coronel. ¿Quién reparará el daño hecho a este oficial digno y a su familia? ¿Su esposa e hijos acaso no merecen las consideraciones dadas generosamente a otros? La Constitución establece la igualdad de derechos de todos los ecuatorianos, aunque según revelan los hechos recientes hay quien está por encima de este principio.
“Quiero olvidar lo que me ha tocado vivir y deseo con todo mi corazón que no le suceda a ningún ecuatoriano”, dijo Carrión y que se sentía “orgulloso de ser ecuatoriano, de haber llevado mi uniforme al servicio de la comunidad y de haber defendido la verdad, siempre respetuoso de la Constitución”. También instó a los ecuatorianos “a la reconciliación por encima del ánimo de venganza y la desunión”.
Si quieres la paz, trabaja por la justicia. Si quieres la justicia, defiende la vida. Si quieres la vida, abraza la verdad.- Juan Pablo II.
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